Hace aproximadamente 6 ó 7 años que se menciona este concepto en muchas conferencias, congresos y discursos. ¿Qué es lo que está pasando en realidad?
Las personas excluidas financieramente son todas aquellas que, en forma independiente a su condición socioeconómica, se encuentran fuera del sistema financiero tradicional y no pueden acceder a créditos, opciones de ahorro o formas de pago diferentes al efectivo. Ya sea por no poder demostrar sus ingresos o por no tener historial crediticio, las distintas entidades financieras carecen de lo que consideran la mínima información necesaria para ofrecer, por ejemplo, una tarjeta de crédito, abrir una cuenta corriente u otorgar un crédito personal. Podrían ser, sólo por citar algunos casos, adolescentes, amas de casa, extranjeros o trabajadores no declarados.
Estas personas tienen las mismas necesidades que todos los demás. Compran alimentos, medicamentos, electrodomésticos, pagan su abono de telefonía celular, tal vez una prepaga o el colegio de sus hijos, entre muchas otras cosas. Todo resulta más sencillo a quienes pueden contar con soluciones de pagos más cómodas y diversas, financiación en cuotas o créditos personales, seguros para sus bienes, opciones para invertir sus ahorros, etc.
El BCRA y el Banco Mundial consideran que los medios de pagos electrónicos son la puerta de entrada al sistema financiero formal, ya que dan trazabilidad a las operaciones y generan un historial crediticio para quien paga y para quien cobra. De acuerdo con su Informe de Digitalización e Inclusión Financiera 2019, el BCRA destaca algunas de las medidas dispuestas para fomentar la adopción de estos medios de pago: reducción de las comisiones que cobran las tarjetas de crédito y débito, reducción del plazo de acreditación de fondos en la cuenta del comercio o empresa, eliminación de las retenciones de impuestos nacionales para microempresas. Esto debería impulsar a los comercios o empresas a adherirse a estos medios de pago y ofrecerlos a sus clientes como formas de pago.
Del lado del comprador, el organismo regulador estableció la gratuidad para cajas de ahorro en pesos, con su correspondiente tarjeta de débito; también las transferencias bancarias sin costo entre personas, la apertura a distancia de cajas de ahorro y cuentas corrientes, los cajeros automáticos no bancarios y otras medidas de menor impacto. Es un comienzo.
El punto a atacar durante 2020 será sin duda el de las retenciones, ya que por la ventaja que ofrecen los medios de pago electrónicos, permiten al Estado valerse de las empresas que intermedian en el flujo de la cobranza para que éstas retengan impuestos a los destinatarios de los fondos, resultando esta una ventaja financiera en favor del efectivo y en detrimento de las formas de pago que brindan más opciones a los compradores. Si un comercio o empresa experimenta que el efectivo le cuesta entre 3% y 6% más barato, es esperable que se resista a utilizar otras alternativas. Este desbalance entre formas de pago favorece el uso de efectivo, la evasión fiscal, el lavado de dinero y obra en perjuicio de los compradores y de la inclusión financiera. Es un problema de fondo. El comercio o empresa que limita los medios de pago electrónicos, recibe mayormente pagos en efectivo y, por lo tanto, pagará a sus empleados y proveedores en efectivo, manteniéndolos al margen del sistema financiero, y así progresivamente.
Queda mucho por hacer y, por suerte, los puntos de dolor están en evidencia y hay mucha gente, en los sectores público y privado, pensando en cómo remediarlos para mejorar la calidad de vida de las personas.
Hernán Olivieri
CEO
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